DON JUAN TENORIO DE JOSÉ ZORRILLA
https://www.youtube.com/watch?v=C-ZS8GuLPUA
INTRODUCCIÓN
La
obra narra las peripecias de don Juan Tenorio, un joven caballero
entregado a una vida desenfrenada de apuestas, amoríos y duelos. El
comienzo de la trama es de hecho una apuesta entre él y otro joven por
ver quién en un año hace más maldad con más fortuna. Esto a su vez
desencadena otra apuesto a ser posible más descabellada que consiste en
que don Juan consiga seducir a una joven novicia, doña Inés, y a la
prometida del otro joven. Don Juan con gran maestría va consiguiendo
todo lo que se propone, pero cada vez su alma se va perdiendo más y más.
Al final de la obra debe de enfrentarse literalmente a sus fantasmas y
solo el amor que por él siente la joven Inés es capaz de salvarle de
perecer eternamente en el infierno.
Algo del Autor
· José
Zorrilla y Moral nació en Valladolid el 21 de febrero de 1817 y murió
en Madrid en 1893. Estudia en Madrid con los jesuitas donde toma afición
a escribir versos. Es enviado a Toledo y Valladolid a estudiar leyes en
aquellas universidades pero ya no fue posible apartarlo de sus
tendencias bohemias y tras pintorescas peripecias le bastó leer unos
versos en el entierro de Larra para alcanzar celebridad.· Meses
después publica sus primeras composiciones poéticas a las que seguirán
sus obras dramáticas y leyendas, en las que palpita su alma cristiana,
romántica y caballeresca. · Aunque
sus éxitos se suceden sin interrupción, su vida estuvo acosada por
necesidades económicas. Recorrió varios países de Europa y América,
residiendo dos veces en México, donde fue recibido con grandes honores.
Lector y consejero del emperador Maximiliano, al saber de su muerte, ya
no quiso regresar a aquel país.· Ingresa
en la Real Academia de la Lengua donde es coronado con laureles de oro
en Granada. Viejo y glorioso vivió sus últimos años con una pensión
asignada por las Cortes.· Según el maestro Azorín, Don Juan Tenorio "es la obra más excelsa del teatro español", que hizo popular al héroe del amor y la aventura.
· Algunas de sus obras son: El zapatero y el rey, Traidor, inconfeso y mártir, La calentura y El puñal del godo.
RESUMEN
PRIMERA PARTE
ACTO PRIMERO: Libertinaje y escándalo
Comienza
la acción en Sevilla por el año de 1545, estos cuatro primeros actos
transcurren todos en la misma noche, es noche de carnaval y don Juan con
antifaz escribe en una mesa en la hostería de Buttarelli, que conversa
con Ciutti, que funge como criado de don Juan. Hablan de su señor al que
presenta como un caballero español, franco, rico, noble y bravo, del
que sin embargo dice desconocer el nombre. Don Juan se dirige a Ciutti y
le entrega una carta que le dice debe ser entregada a doña Inés dentro
del Horario en que reza y que debe esperar de su dueña, que sabe de sus
intenciones, una hora, una llave y una seña.
Habla
don Juan con Buttarelli y le pregunta por don Luis Mejía. Buttarelli le
dice que no se encuentra en Sevilla hace tiempo. Don Juan le pide
alguna noticia de él y entonces Buttarelli recuerda que ese mismo día se
cumple el plazo de un año en el que apostaron Luis Mejía y Juan Tenorio
que "quién haría en un año, con más fortuna, más daño". Don Juan le
pregunta si cree que don Luis acuda a la cita y Buttarelli contesta que
ojalá pues pagan bien las apuestas, pero que no cree que ninguno de los
dos se acuerde de la apuesta y ya el plazo concluye. Don Juan le dice
que de todas formas prepare dos de sus mejores botellas por si acaso
aparecen.
Buttarelli
cree que Mejía y Tenorio ya están en Sevilla pues aquel hombre parece
saberlo bien, de pronto se asoma a la puerta y ve entre gran bullicio al
forastero riñendo en la plaza. Piensa que estando los dos en la ciudad
ésta anda ya toda revuelta y manda a Miguel que prepare la mesa para el
encuentro de los dos hombres.
Aparece
don Gonzalo de Ulloa (comendador de Calatrava) y le pregunta a
Buttarelli si don Juan tiene hoy aquí una cita. El posadero le pregunta
si él es don Luis y contesta que no, pero que le interesa presenciar el
encuentro. Buttarelli le ofrece prepararle otra mesa cercana y don
Gonzalo le dice que le gustaría verlos pero ocultamente. Buttarelli le
dice que no hay ningún aposento contiguo, pero que por ser carnaval tras
un antifaz cualquier señor se puede ocultar. Así don Gonzalo le indica
que traiga el antifaz.
Mientras
lo espera declama sus razones para presenciar el encuentro, pues parece
querer guardar la honra de su hija, que dice prefiere ver antes muerta
que esposa de don Juan. Buttarelli le trae el antifaz y le indica que la
hora del encuentro ya está muy cercana, es a las ocho y quién no se
presente a la primera campanada perderá. El posadero se retira
preguntándose quién será ese caballero y el hombre se lamenta de estar
en ese papel, aunque se dice que todo es por el bien de su hija.
Aparece
en la puerta don Diego Tenorio que pregunta si ésta es la hostería del
Laurel, si está el hostelero y si allí tiene una cita esa noche don Juan
Tenorio. Pasa y se sienta al lado opuesto de don Gonzalo, dándole
dinero a Buttarelli para que no haga preguntas. Don Diego se lamenta que
un hombre de su linaje deba descender "a tan ruin mansión", pero piensa
que no hay humillación a la que un padre no se rebaje por su hijo.
Desde el fondo Buttarelli mira sorprendido a los dos hombres.
Llegan
el capitán Centellas, Avellaneda y dos caballeros para presenciar la
apuesta. Saludan a Buttarelli como viejos conocidos y él les trae
botellas, mientras los caballeros discuten por ver quién de los dos
apostadores es más mala cabeza y hacen también sus respectivas apuestas.
Le preguntan a Buttarelli, que les cuenta la llegada de un hombre
extraño con antifaz que escribió unas cartas y le dio dos monedas de oro
para que preparara una mesa con su mejor vino. Le dicen si no reconoció
a ninguno de los caballeros y él lo niega. Unos apuestan que era don
Luis y otros que se trataba de don Juan. Comienzan a dar los cuartos de
las ocho, entran varias personas a la hostería y al dar la última
campanada don Juan con antifaz llega a la mesa preparada, inmediatamente
llega hasta allí don Luis también con antifaz.
Los
dos se retan y dudan sobre su identidad. Entonces se quitan los
antifaces y sus amigos se acercan a saludarlos y también los curiosos.
Pronto pasan a la apuesta de quién en un año podría hacer con más
fortuna más maldades. Primero don Juan cuenta sus aventuras en Italia,
sus duelos y amoríos e inmediatamente don Luis hace lo mismo relatando
lo sucedido en Flandes y París, como perdió tres veces su fortuna y como
piensa reponerla pues mañana se casa con doña Ana de Pantoja, rica
doncella. Las dos historias de ambos son muy parecidas por lo que se
disponen a revisar las listas que los dos llevan con sus muertos en
duelo y sus mujeres seducidas. Al hacer la cuenta don Juan aventaja en
buen número a don Luis en ambos casos. Entonces don Luis desafiante le
dice que sólo le falta en la lista una novicia que esté para profesar.
Don Juan altanero le dice que acepta la apuesta y que adjuntará a ella
la novia de algún amigo que para casarse esté, así le dice que piensa
quitarle a doña Ana. Los dos aceptan la apuesta y hablan a solas un
momento con sus criados.
Don
Gonzalo interpela entonces a don Juan y le advierte que su padre le
había apalabrado una boda para hacerle bien y que verlo allí le
avergüenza. Don Juan le dice que se quite el antifaz, así lo hace ante
la sorpresa de Tenorio y se marcha diciéndole que se olvide de doña
Inés. Pero don Juan le contesta que o se la da o a quitársela ha de ir.
Se planta ante él ahora don Diego que lo reprende y reniega de él y le
recuerda que hay un Dios justiciero. Preguntándose quién es aquel que le
habla de aquella forma le arranca el antifaz y se sorprende al ver a su
padre. Don Diego y don Gonzalo salen diciendo que anulan la boda
pactada, más don Juan no se amilana y al recibir el perdón de su padre y
de Dios en el juicio final, le dice que muy largo se lo fía y que
además él no ha pedido perdón.
Al
salir de la hostería don Juan y don Luis son apresados por los
alguaciles que cada uno de sus criados había hecho llamar delatando al
contrario. Pero antes de separarse reafirman que la apuesta sigue en
pie. Quedan el capitán Centellas, Avellaneda y otros curiosos apostando
cada quién por uno de ellos.
ACTO SEGUNDO: Destreza
Aparece
Don Luis Mejía escondido merodeando el exterior de la casa de doña Ana.
Aparece Pascual, criado de doña Ana y don Luis lo llama. Éste se
muestra sorprendido de verlo allí pues decían que andaban presos. Le
dice que su primo, el tesorero real, le prestó dinero para que pudiera
salir de prisión y le cuenta todo lo sucedido con don Juan, la apuesta y
cómo teme por doña Ana, pues sabe de las habilidades portentosas del
caballero Tenorio. Pascual intenta calmarlo diciéndole que don Juan se
encuentra en prisión, más don Luis le dice que si él consiguió escapar
por qué no ha podido hacer lo mismo su adversario. Después de expresarle
estos temores don Luis le dice que la única forma en que se quedará
tranquilo es pasando la noche dentro de la casa de doña Ana o que de los
contrario toma la calle aunque la justicia lo halle, pues si hay
alguien de quien se fíe menos que de don Juan es de las mujeres. Pascual
le reprende pero finalmente acepta que pase con él la noche en su
cuarto, más le pide silencio absoluto y cuando don Luis se dispone a
entrar le dice que debe esperar a que su amo, don Gil de Pantoja se
retire a sus aposentos a las diez, así que le pide que a esa espere en
una reja y allí llame y que mientras confíe en él.
Sin
embargo don Luis no puede esperar allí sin hacer nada, los nervios le
corroen y no esperaba sentir tanto amor y desasosiego por doña Ana, así
que se decide a llamar a la ventana. Allí le contesta doña Ana y él le
cuenta de su miedo a don Juan, ella le dice que no tenga cuidado, que
confíe en ella, pues mañana será su esposa. Sin embargo don Luis le pide
por su tranquilidad que le conceda un favor.
Mientras
conversan en el otro lado de la reja se encuentran don Juan y Ciutti.
Éste le pregunta a su criado si ha cumplido bien sus encargos. Ciutti
asiente y le entrega la llave del jardín del convento y dice que la
beata le espera allí. El criado oye que hay alguien más en la reja y
entonces al darse cuenta don Juan que se trata de don Luis hablando con
una dama deciden tenderle una emboscada. Doña Ana y don Luis se despiden
quedando en que ella le aguardará allí de nuevo a las diez y le
entregará la llave de la casa. Oyen alguien que se acerca y se despiden.
Es don Juan que intercepta a don Luis y cuando ambos desenvainan sus
espadas, Ciutti con los suyos se colocan detrás de Mejía y lo atrapan.
Don Juan se alegra de su buena suerte, pues ahora mientras le arrebata
la dama el otro estará encerrado en su bodega. Pero de pronto oye llegar
otra mujer.
Se
trata de Brígida, la beata, que le trae noticias de la novicia doña
Inés. Don Juan le pregunta si su paje le ha entregado un bolsillo y un
papel, ella contesta que en él debe estar leyendo ahora doña Inés y que
la ha preparado con tal maña que seguro caerá rendida ante él. Le dice
que está muy hermosa, sólo tiene diecisiete años y que tanto le ha
hablado de él que ya arde en su corazón una llama de amor inextinguible.
Don Juan parece conmoverse ante el retrato que le pinta Brígida y ésta
se sorprende, le dice, pues le creía un libertino. Él alega que "en un
objeto tan noble hay que interesarse doble". Brígida le dice que las
madres ya deben estar recogidas y que con la llave que le ha dado puede
entrar por el claustro y llegar fácilmente a su celda. Sale Brígida y
aparece Ciutti.
Le
dice su escudero que por ahora está libre de don Luis y que se dispone a
llamar a Lucía con una seña que tiene convenida con ella para que don
Juan la pueda abordar. Llega Lucía y al verlo le pregunta qué quiere. Él
sin preámbulos le dice que quiere ver a Ana de Pantoja. La muchacha
primero se escandaliza, pues su ama casa mañana, pero rápidamente don
Juan le ofrece una gran cantidad de dinero que de inmediato parece
quitarle cualquier prejuicio. Quedan a las diez de la noche para que
ella le entregue una llave. Don Juan se ríe exclamando que con oro no
hay nada que falle, y se marchan mientras le dice a Ciutti: "a las nueve
en el convento; a las diez en esta calle".
ACTO TERCERO: Profanación
En
la celda de doña Inés habla con ella la abadesa, que parece comunicarle
la decisión de su padre de que permanezca de por vida en el convento.
La abadesa alaba su suerte pues como no ha salido nunca de allí y no
conoce el mundo exterior tampoco lo puede añorar y por tanto está libre
de tentación. Dice que de veras la envidia. Doña Inés suspira y la
abadesa piensa que es porque hecha de menos a su aya, le dice que cuando
regrese la enviará con ella y la manda a dormir.
Al
marchar la abadesa se dice Inés que no sabe qué tiene pues las palabras
de la abadesa que tanto otras veces la han convencido hoy parecían
vacías. Oye las pisadas de su aya Brígida, que al entrar cierra la
puerta, aunque Inés le dice que es orden en el convento de que esté
abierta. Brígida le dice que así podrán hablar mejor y le pregunta si ha
mirado el libro que le trajo. Inés contesta que no tuvo tiempo pues
vino la abadesa. Brígida le anuncia que el libro se lo envía don Juan.
Inés emocionada abre el libro y cae una carta de entre sus hojas.
Inocente pregunta qué y de quién será aquel papel. De quién va ha ser,
sino de don Juan, contesta el aya. La novicia suspira y le cuenta a
Brígida como no hace otra cosa que pensar en el caballero Tenorio. Ella
le dice que eso parece amor, pero Inés lo niega y dice no atreverse a
leer la carta. Animada por su aya, por fin lee la carta de don Juan, que
la va atrapando más y más hasta hacerle tragar el anzuelo entero.
Cuando acaba Brígida le dice que tal vez como las ánimas don Juan pueda
llegar hasta allí, si tiene la llave adecuada. En ese momento se oyen
pasos en la escalera y aparece don Juan.
Inés
lo mira sorprendida, sin saber si es realidad o espejismo y de la
impresión cae desmayada, tomándola en sus brazos don Juan y dejando caer
de sus manos la carta que éste le envió. Don Juan dice que así está
mejor y que le ahorra tiempo, pues piensa llevársela y su gente abajo ya
le espera. Brígida conmocionada piensa que aquel hombre es una fiera.
Salen.
Entra
la abadesa preguntándose dónde estarán Inés y su dueña, pues no las vió
en su celda. Aparece la hermana Tornera y le dice que un caballero
anciano quiere hablar con ella, que sus fueros le autorizan a pasar al
convento. Al saber la abadesa que se trata de don Gonzalo de Ulloa,
comendador de la orden, lo hace pasar. Éste le cuenta todo lo que tiene
que ver con don Juan y le pide que traiga a su hija, pues él la quiere
cuidar, ya que las gentes dicen que han visto a su aya hablando con el
criado de don Juan. La abadesa manda a la Tornera que busque a doña Inés
que no se encuentra en su lecho. El padre se sobresalta pues sabe que
ya es hora de que esté allí y entonces encuentra la carta de don Juan,
que lee lamentándose. Llega la Tornera diciendo que vio un hombre
saltando por la tapia de la huerta y don Gonzalo sale corriendo,
temiendo por su honor robado.
ACTO CUARTO: El diablo a las puertas del cielo.
En
la quinta de don Juan Tenorio, cerca de Sevilla a orillas del
Guadalquivir. En un balcón haban Ciutti y Brígida. Ésta se encuentra
molida por la cabalgata a caballo. Inés se encuentra y ellos hablan de
la osadía de don Juan. Las doce ya dan en la catedral y a esa hora dice
Ciutti que debía regresar don Juan. Brígida pregunta por qué no vino con
ellos y él le responde que todavía debía arreglar unos asuntos en la
ciudad. Ciutti le señala el bergantín que anclado en el río los espera
para llevarlos a salvo a Italia cuando regrese don Juan. Doña Inés
empieza a despertar y el escudero le dice a Brígida que se encargue de
ella.
Despierta
Inés sorprendida por hallarse en aquel aposento desconocido. No
recuerda nada y más se sorprende al saber que se halla en la quinta de
don Juan. Brígida le cuenta una historia de un incendio en el convento y
como ella se desmayó y don Juan las salvó a las dos de morir asfixiadas
y por ser tales horas intempestivas las llevó a su casa hasta la
aurora. Inés le dice que se vayan de allá, pues ella tiene la casa de su
padre y no le parece bien estar en la de don Juan, pero la aya le dice
que están lejos de Sevilla, al otro lado del Guadalquivir. Inés le pide
que huyan, pues tiene envenenado el corazón, tal vez ama a don Juan,
pero algo le dice que debe apartarse de él antes de que regrese, pues si
lo ve delante de ella tal vez ya no tenga fuerzas para hacerlo. En ese
momento oyen ruido de remos en el río, es don Juan que regresa. Brígida
le dice que sus hombres la llevarán a su casa, pero que antes deben
despedirse de él.
Llega
don Juan, Brígida le dice lo del incendio que contó a Inés y él le dice
que habló con su padre diciéndole que se encuentra en su casa segura.
Sale Brígida y don Juan despliega toda su galantería, prometiéndole con
las palabras más bellas a Inés que su amor por ella es sincero y
verdadero. Inés embriagada le dice que ella siente lo mismo y él le
propone hablar con su padre para que le entregue su amor. En ese momento
oyen llegar otra barca, manda don Juan a Inés con Brígida y aparece
Ciutti diciéndole que un enmascarado se empeña en entrevistarse con él.
Don Juan le dice que le permita entrar.
Don
Juan se ciñe al cinto la espada y dos pistolas y manda salir a su
escudero. Aparece el enmascarado que se trata por supuesto de don Luis,
que viene a vengar la afrenta de don Juan a doña Ana en un duelo, pues
así dice que lo que apostaron fueron sus vidas y habiendo perdido él, no
le queda otra opción que batirse. A punto están de comenzar el duelo
cuando oyen ruidos fuera.
Entra
Ciutti anunciando que llega el Comendador con hombres armados y
pidiéndole a don Juan que huya por su vida, más don Juan le pide que
deje entrar al Comendador, pero sólo a él. Entonces le pide a don Luis
que espere detrás de una puerta que hable con el Comendador, pues su
hija allí se encuentra y que en cuanto acabe se batirá con él. A
regañadientes don Luis acepta.
Entra
el Comendador enfurecido dispuesto a recuperar a su hija y darle su
merecido a su secuestrador. Don Juan sin embargo postrándose a sus pies
le pide que le perdone, pues declara que su amor por doña Inés es
verdadero y que su candidez ha logrado lo que no han conseguido
encierros ni sermones de curas, volverle de un demonio en un ángel. Dice
que hará cuanto el Comendador señale, pagará su penitencia si al final
él le permite casarse con su hija honradamente. Pero el Comendador se
niega a hacerle caso y declara que nunca será su esposa, que es un
cobarde y que sospecha que esta es la última de las tretas de don Juan
para salirse con la suya, pero que no lo logrará. Don Juan le dice que
le quiso satisfacer, pero que ahora con armas habrá de probarle su honor
y valentía.
Sale
don Lis Mejía de su escondite reclamando también su venganza y así
quedan los dos afrentados cara a cara con don Juan, se produce una
reyerta y el Tenorio mata a sus dos adversarios. Sale Ciutti diciéndole a
su amo que se arroje por el balcón para salvarse y así lo hace,
oyéndoselo caer al río y ser recogido por el barco que se aleja
rápidamente.
Al
momento entran soldados y alguaciles en la habitación, seguidos de doña
Inés y Brígida. Encuentran a los dos cadáveres. Doña Inés reconoce el
cadáver de su padre. Los soldados ven alejarse el barco y claman
justicia por doña Inés. "Pero no contra don Juan", exclama la enamorada.
SEGUNDA PARTE
ACTO PRIMERO: La sombra de doña Inés.
Panteón
de la familia Tenorio. Estos tres actos restantes suceden en una noche,
cinco años después de lo narrado anteriormente. En el hermoso jardín
del cementerio se pueden observar en primer término los sepulcros de don
Gonzalo de Ulloa, de doña Inés y de don Luis Mejía. Detrás de estos se
observa el sepulcro de don Diego Tenorio.
El
escultor admirando su obra ya terminada, se dispone a marcharse cuando
llega don Juan embozado. Le pide al escultor que le explique, pues hace
tiempo que falta de España y encuentra este recinto muy distinto. El
escultor le dice que por supuesto pues antes aquello era un palacio que
se convirtió en panteón por deseo de su propietario. Le dice que es una
famosa historia a la cual él debe su fama y don Juan le pide que se la
relate. El escultor le narra como habitó allí un caballero, don Diego
tenorio, que tuvo al peor de los hijos, así que dejó su hacienda al que
la convirtiera en panteón, con la condición de que se enterrara en él a
aquellos que habían perecido por la maldad de su hijo. Le cuenta que él
es el escultor que hizo todas las estatuas y le pregunta si conoció a
los difuntos y al tal don Juan. Éste asiente y va reconociendo las
estatuas allí presentes y tras defender el honor de tal caballero don
Juan, de pronto divisa la estatua de doña Inés. Pregunta si ella también
murió y el escultor le contesta que al parecer murió de sentimiento al
volver al convento abandonada por don Juan. Éste le pide al escultor que
le deje solo y le entregue las llaves del campo santo, más cuando le
dice que es imposible descubre su identidad y amenazándolo le hace
entregar las llaves.
Queda
sólo don Juan en el panteón, observando que a los que la vida quitó dio
una buena sepultura. Parece meditar sus acciones pasadas y así se
dirige a la estatua de doña Inés diciéndole que desde que tuvo que huir
no pensó en otra cosa que en ella y ahora que por fin consigue regresar,
lo hace para encontrar su sepultura. Se apoya en el sepulcro y esconde
su rostro entre sus manos como si llorara. De pronto un vapor envuelve
la estatua de doña Inés y ésta desaparece. Don Juan sale de su estupor,
cree sentir un ser sobrenatural y ve que la estatua ha desaparecido.
Aparece
la sombra de doña Inés hablándole a don Juan. Éste cree enloquecer y
escucha sus palabras. Ella le dice que ofreció su alma a Dios en precio
de la alma impura de don Juan y éste le dijo que si tanto lo quería allí
en su sepultura esperase a don Juan, y que su salvación dependerá de
que él se arrepienta, más si no lo hace junto a su alma la de doña Inés
perecerá. Así le dice que esa noche obre con conciencia pues es la fecha
en donde se decidirá su destino y diciendo esto desaparece la sombra de
Inés. Todo queda como antes menos la estatua que no vuelve a aparecer.
Don
Juan queda atónito y piensa que todos son imaginaciones de su
conciencia y reta a los difuntos a que salgan, para que él de nuevo los
regrese a sus sepulturas.
Aparecen
el capitán Centellas y Avellaneda llamando a don Juan Tenorio. Éste al
verlos los trata de espectros, más ellos se identifican como amigos y lo
saludan. Le preguntan qué hace allí y él les contesta que habla con sus
difuntos. Ellos se mofan y le preguntan si tiene miedo de ellos y él
altivo lo niega. Le piden que esa noche les cuente la historia de su
regreso a Sevilla. Los invita a cenar esa noche a su hacienda para
contarles la historia, pero antes de marcharse para demostrar que no
tiene miedo a los espectros convida a la cena al Comendador dirigiéndose
a su sepulcro. Centellas le dice que eso no es valor sino locura, más
don Juan reafirma su invitación.
ACTO SEGUNDO: La estatua de don Gonzalo.
En
el aposento de don Juan cenan sentados a la mesa con él, Centellas y
Avellaneda. En la mesa se ve un cubierto más y una silla desocupada.
Don
Juan relata como recibió el favor del emperador que le permitió
regresar a Sevilla y como compró inmediatamente una casa amueblada que
se vendió barato como pago a acreedores. Sirven vino y don Juan le dice a
Ciutti que sirva al Comendador. Sus amigos se ríen de él, más les
indica que aunque un amigo no haya podido venir no va a dejar de
servirle como debe. Ríen y mientras brindan se oye un aldabonazo en la
puerta de la calle. Manda don Juan a Ciutti que abra, pero él regresa
diciendo que no se ve a nadie afuera. Vuelven a llamar y don Juan le
dice a Ciutti que le dé un pistoletazo al bromista. Suenan más
aldabonazos, pero esta vez en la escalera. Don Juan les dice a sus
amigos que se trata de una broma por ellos tramada, pero los señores lo
niegan. Mientras los aldabonazos suenan cada vez más cerca. Don Juan
cierra los cerrojos de la puerta de la sala y les pide que vuelvan a
cenar. Llaman ya a esa puerta y entonces Tenorio reta a los que llaman,
pues si se trata de muertos por la puerta cerrada deben poder pasar. En
ese momento la estatua de don Gonzalo pasa por la puerta sin abrirla y
sin hacer ruido.
Centellas
y Avellaneda caen desfallecidos al ver aquel portento. Don Juan
exclama: "Es realidad o deliro". La estatua del Comendador le dice que
por qué se asombra de encontrar allí al que él mismo convidó. Don Juan
reconoce la voz del Comendador y le dice que como no sea un espectro no
saldrá vivo de allí. La estatua le avisa que Dios le concedió el
derecho a asistir a aquella cita para avisar a don Juan que hay una
eternidad después de la vida y que él ha de morir mañana, por lo que
Dios todavía le concede ese plazo para que ordene su conciencia.
Entonces lo convida a que mañana se encuentre con él pagándole así la
visita. Don Juan acepta la invitación pero dice que antes quiere
cerciorarse de que se trata de un espectro. Toma su pistola pero antes
de que pueda disparar éste desaparece atravesando la pared.
Don
Juan duda de su visión y cree que sea causa de los licores ingeridos.
Llama entonces a doña Inés que antes le dijo que a su lado aparecería si
la necesitaba y entonces traspasando la pared aparece la sombra de la
difunta. Ella le insta a que mañana acuda a la cita y con cordura acepte
la muerte y ese día sus cuerpos dormirán en la misma sepultura.
Desaparece la sombra.
Queda
don Juan sorprendido y nervioso y piensa que esta fue treta de sus
amigos que fingieron estar dormidos y tal broma le jugaron. Los
despierta preguntándoles si es esto cierto mas lo9s dos dicen no saber
nada y creen sin embargo que es don Juan el que los ha dormido con un
veneno para luego poderles contar la historia de los difuntos. Se
ensartan en tal discusión que acaban retándose a duelo.
ACTO TERCERO: Misericordia de Dios y apoteosis del amor.
En
el panteón de la familia Tenorio aparece don Juan, embozado y
distraído, lamentándose por la muerte de sus dos amigos, que dice
buscaron su propia ruina. Ve que falta la estatua de don Gonzalo y llama
al Comendador. El sepulcro se cambia en una parodia de mesa de
convidado, con culebras, fuego y cenizas. Todos los otros sepulcros se
abren y aparecen las osamentas de las víctimas de don Juan y la estatua
de don Gonzalo. La única tumba que permanece es la de Inés.
La
estatua le dice que ya su tiempo expira pues el capitán lo mató fuera
de su casa. Don Juan exclama que ya no hay perdón para él y la estatua
le pide que le dé la mano en señal de despedida. En ese momento exclama
que como desaprovecha su último momento de redención de su mano ha de ir
al infierno. Don Juan se intenta zafar de la mano de piedra mas todos
los muertos se ciernen ya sobre él. Don Juan se inca de rodillas
pidiendo perdón al cielo con una mano levantada. En ese momento aparece
doña Inés tomando la mano de don Juan y dice que al entregar su alma
salvó a la de su amado. Manda a los muertos regresar a sus sepulcros y
exclama que el amor salvó a don Juan. Cae doña Inés sobre un lecho de
flores y a su lado cae don Juan, de sus bocas salen sus almas como dos
llamas brillantes que se pierden en el cielo al compás de la música.
PERSONAJES
Don Juan Tenorio: Es el protagonista de la obra que lleva su nombre. Caballero rico, noble, bravo, español y pendenciero. Persiguiendo siempre amoríos, aventuras y peleas es la causa constante de males entre sus semejantes. Al final solo será redimido por el amor de su dama doña Inés.
Don Juan Tenorio: Es el protagonista de la obra que lleva su nombre. Caballero rico, noble, bravo, español y pendenciero. Persiguiendo siempre amoríos, aventuras y peleas es la causa constante de males entre sus semejantes. Al final solo será redimido por el amor de su dama doña Inés.
Don Luis Mejía: Caballero adversario de don Juan. Una apuesta entre los dos es la causa de toda la trama de la obra.
Don Gonzalo de Ulloa:
Padre de doña Inés. Aunque primero concierta la boda de su hija con don
Juan, al enterarse de que es un canalla lucha porque ésta no se lleve a
cabo y salvar el honor de su hija.
Don Diego Tenorio: Padre de don Juan al que trata de alejar de su vida de calavera, sin conseguirlo por supuesto.
Doña Inés de Ulloa:
Joven novicia que va a ser casada con don Juan. Al final la boda es
cancelada, pero ella forma parte de la apuesta entre los dos jóvenes
caballeros. Su amor salva a don Juan del infierno.
Doña Ana de Pantoja: Prometida de don Luis, es la otra parte de la apuesta entre los rivales.
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